EVOLUCIÓN
El
concepto de evolución proviene del término latino evolutivo y hace referencia
al verbo evolucionar y a sus efectos.
Esta acción está vinculada con un cambio de estado o a un despliegue o
desenvolvimiento y su resultado es un
nuevo aspecto o forma del elemento en cuestión.
Desde
la antigüedad, el modo de originarse la vida y la aparición de la gran variedad
de organismos conocidos, constituyó un misterio que, en menor o mayor medida,
despertó curiosidad de los científicos.
Sin
embargo, las supersticiones, los prejuicios, los dogmas religiosos y las
teorías que se aventuraban debido a la imposibilidad de probarlas con el nivel
de conocimiento de aquellas épocas, hicieron que la cuestión quedara a menudo
en el olvido o que, simplemente, se aceptara la imposibilidad de averiguar los
orígenes.
No
fue hasta épocas relativamente recientes cuando el hombre pudo finalmente
abordar esta cuestión con unos criterios fiables y unos conocimientos
científicos suficientes para demostrar sus hipótesis.
Es
así como podemos afirmar, que antes del
siglo XIX existieron diversas hipótesis que intentaban explicar justamente esta
cuestión, “el origen de la vida sobre la Tierra”. Las teorías creacionistas que
hacían referencia a un hecho puntual de la creación divina; y por otra parte,
las teorías de la generación espontánea que defendían que la aparición de los
vivos se producía de manera natural, a partir de la materia inerte.
Una
primera aportación científica sobre el tema es el trabajo de Oparin (1924), El
origen de la vida sobre la Tierra, donde el bioquímico y biólogo ruso propone
una explicación, vigente aún hoy, de la manera natural en que de la materia surgieron las primeras formas
pre-biológicas y, posteriormente el resto de los seres vivos. En segundo
aspecto de la generación espontánea de la vida
tiene una respuesta convincente desde mediados del siglo XIX.
Esto
es así, gracias a Pasteur y fundamentalmente a Darwin quienes realizaron
experimentos al respecto. Este último, naturalista británico realizó una obra
de vital trascendencia (1859): El origen de las especies. La cual tiene por
objetivo aportar una explicación científica sobre la evolución o denominada “descendencia
con modificación” (término utilizado para explicar estos fenómenos).
Sin
lugar a dudas que existieron importantes antecedentes del tema, aunque siempre
se manifiesta el honor de haber realizado esta teoría de manera científica e
inexorable, a Charles Darwin. No muy lejos, fue su abuelo –Erasmo Darwin- quien
aportó las primeras muestras de interés científico por estos temas. No
obstante, quien fue precursor de una corriente de pensamiento sobre el estudio
de la evolución de los seres vivos, es Jean Baptiste de Monet, caballero de
Lamarck (1744-1829).
Su
tesis fundamental es la transmisión de los caracteres adquiridos como origen de
la evolución (es decir, que las características que un individuo adquiere en su
interacción con el medio se transmiten después a su descendencia); denominada
este principio como Lamarckismo. La causa de las modificaciones de dichos
caracteres se encuentra en el uso o no de los diversos órganos, tesis que se
resume en la siguiente frase: «La función crea el órgano». Lamarck resume sus
ideas en Filosofía zoológica (1809), el primer trabajo científico donde se
expone de manera clara y razonada una teoría sobre la evolución. Así, por
ejemplo, los lamarckistas explicaban la aparición del cuello largo en las
jirafas como un proceso paulatino de adaptación de un animal a ir comiendo
hojas situadas cada vez más altas. Lo que supondría que sus hijos heredarían un
cuello más largo aún.
En
lo que respecta al científico británico, Charles Darwin, viajando a bordo del
Beagle, durante largos años (1831- 1836) recogió datos botánicos, zoológicos y
geológicos que le permitieron establecer un conjunto de hipótesis que
cuestionaban las ideas precedentes sobre la generación espontánea de la vida.
La
diversidad observada durante esos veinte años siguientes se intentó explicar de
manera coherente mediante la formulación de los datos obtenidos. Una de las
etapas que más influyó en el fue su paso por las islas Galápagos, donde
encontró 14 subespecies distintas de pinzones, que se diferencian únicamente en
la forma del pico. Es decir, que cada una de ellas, estaba adaptada a un tipo
de alimentación y vivía en un hábitat diferente en las diversas islas.
Sin
embargo, en 1858, Darwin se vio obligado a presentar sus trabajos, cuando
recibió el manuscrito de un joven naturalista, Alfred Russel Wallace
(1823/1913), que había llegado de manera independiente a las mismas
conclusiones que él, es decir, a la idea de la evolución por medio de la
selección natural.
La
obra de Malthus sobre el crecimiento de la población, fue la base que habría
tomado para sus estudios, tanto Darwin como Wallace. La misma establece que
este factor (crecimiento de la población) tiende a ser muy elevado, la cual al
disponibilidad de alimento y espacio son limitados lo mantendrá constantes, de
aquí surge esta proposición de la idea de competencia. Ambos científicos de
acuerdo a esta base argumental sustentan sus teorías estableciendo dos aspectos
relevantes, dando por sentado que los seres vivos pueden presentar clones.
Justamente
la noción de competencia establecida anteriormente por Malthus y finalmente
esta última idea, es lo que los lleva a establecer que estas variaciones pueden
ser ventajosas o no en el marco de dicha competencia. Entonces la conquista por
los recursos necesarios para la vida, dará como resultado una lucha que
determinará una selección natural la cual favorecerá a los individuos con
variaciones ventajosas y eliminará a los menos eficaces. Pese a ello, no todo
es compartido por ambos, ya que existe un punto discordante entre ellos. Y es
que esta idea de Darwin de selección natural expresada en su obra El origen del
hombre (1871), nunca fue compartida por Wallace.
Al
respeto, Darwin argumenta que algunos caracteres son preservados sólo porque
permiten a los machos mayor eficacia en relación con las hembras. Pero cabe
decir, que ciento cincuenta años después, hay quienes aún lo veneran y quienes
lo deploran, pero El Origen de las especies sigue aún ejerciendo una influencia
extraordinaria.
Desarrollo
de la teoría de la evolución
A
finales del siglo XIX, el llamado neodarvinismo primitivo, que se basa en el
principio de la selección natural como base de la evolución, encuentra en el
biólogo alemán A. Weismann uno de sus principales exponentes. Esta hipótesis
admite que las variaciones sobre las que actúa la selección se transmiten según
las teorías de la herencia enunciadas por Mendel, elemento que no pudo ser
resuelto Darwin, pues en su época aún no se conocían las ideas del religioso
austriaco.
Durante
el siglo XX, desde 1930 a 1950, se desarrolla la teoría neodarwinista moderna o
teoría sintética,: denominada así porque surge a partir de la fusión de tres
disciplinas diferentes: la genética, la sistemática y la paleontología. La
creación de esta corriente viene marcada por la aparición de tres obra. La
primera, relativa a los aspectos genéticos de la herencia, es Genetics and the
origin of species (1937). Su autor, T. H. Dobzhansky, plantea que las
variaciones genéticas implicadas en la evolución son esencialmente mínimas y
heredables, de acuerdo con las teorías de Mendel.
El
cambio que se introduce, y que coincide posteriormente con las aportaciones de
otras disciplinas científicas, es a consideración de los seres vivos no como
formas aisladas, sino como partícipes de una población. Esto implica entender
los cambios como frecuencia génica de los alelos que determinan un carácter
concreto. Si esta frecuencia es muy alta en lo que se refiere a la población,
esto puede suponer la creación de una nueva especie.
Más
adelante, E. Mayr desarrollará en sus obras Systematics and the origin of the
species (1942) y Animal species evolution (1963) dos conceptos muy importantes:
por un lado, el concepto biológico de especie; por otra parte, Mayr plantea que
la variación geográfica y las condiciones ambientales pueden llevar a la
formación de nuevas especies. De este modo, se pueden originar dos especies
distintas como consecuencia del aislamiento geográfico, o lo que es lo mismo,
dando lugar, cuando intentamos el cruzamiento de dos individuos de cada una de
estas poblaciones, a un descendiente no fértil. Atendiendo a las condiciones
ambientales, en consonancia con las ideas de Dobzhansky., la selección actuaría
conservando los alelos mejor adaptados a estas condiciones y eliminando los
menos adaptados. En 1944 el paleontólogo G. G. Simpson publica la tercera obra
clave para poder comprender esta corriente de pensamiento: en Tempo and mode in
evolution establece la unión entre la paleontología y la genética de
poblaciones.
Durante
la segunda mitad del siglo XX se han planteado dos tendencias fundamentales, la
denominada innovadora y el darvinismo conservador. La primera de ellas, cuyo
máximo exponente es M. Kimura, propone una teoría llamada neutralista, que
resta importancia al papel de la selección natural en la evolución, dejando
paso al azar. Por su parte, el neodarvinismo conservador, representado por E.
O. Wilson, R. Dawkins y R. L Trivers, queda sustentada en el concepto de «gen
egoísta»; según esta hipótesis, todo ocurre en la evolución como si cada gen
tuviera por finalidad propagarse en la población. Por tanto, la competición no
se produce entre individuos, sino entre los aletos rivales. Así, los animales y
las plantas serían simplemente estrategias de supervivencia para los genes.
Pruebas
de la evolución
Son
pruebas basadas en criterios de morfología y anatomía comparada. Los conceptos
de homología y analogía adquieren especial relevancia para la comprensión de
las pruebas anatómicas. Se entiende por estructuras homólogas aquellas que tienen
un origen común pero no cumplen necesariamente una misma función; por el
contrario, las estructuras que pueden cumplir una misión similar pero poseen
origen diferente, serían análogas. De esta manera, las alas de los insectos y
las aves serían estructuras análogas, mientras que las extremidades anteriores
de los mamíferos, que presentan un mismo origen pero que llevan a cabo
funciones diversas —locomotora, natatoria, etc.—, constituirían estructuras
homólogas.
En
relación a las pruebas embriológicas, hay que distinguir entre ontogenia —las
distintas fases del desarrollo embrionario— y filogenia, concepto que hace
referencia a las distintas formas evolutivas por las que han pasado los
antecesores de un individuo, es decir, su desarrollo evolutivo. En los
vertebrados, cuanto más cerca de la fase inicial se sitúan los embriones, más
parecidos son; posteriormente, se van diferenciando progresivamente cuanto más
cerca de la fase de adulto terminal se encuentran.
Otra
de las pruebas clásicas es el estudio de los fósiles. El análisis de los
distintos estratos geológicos demuestra la presencia de fósiles de
invertebrados en los más antiguos; gradualmente, van apareciendo en los más
recientes peces primitivos, y, finalmente, los fósiles correspondientes a los mamíferos
y las aves.
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